miércoles, 18 de mayo de 2011

Cómo se hace historia

Puede que alguno de ustedes se pregunten a veces, al ver un documental, leer una revista de divulgación o leer un blog, de dónde se saca la información que manejan los historiadores.
La cuestión es muy amplia y complicada, pero hoy queremos mostrarles un poco cómo se desarrolla la investigación histórica, desde la elaboración de las primeras hipótesis, hasta la publicación de los resultados, culminación de cualquier investigación.
Cuando uno empieza a plantearse comenzar una investigación lo primero que hay que hacer es consultar la bibliografía existente. La cuestión de la bibliografía es siempre espinosa, ya que no siempre es fácil abarcarla toda, valorar su interés,  tener acceso a libros o artículos publicados en otros países, o publicados hace tiempo y difíciles de encontrar.
Con el estudio de la bibliografía uno empieza a hacerse una idea de qué se ha hecho hasta el momento, cómo se ha abordado la cuestión, qué tipo de documentación se ha utilizado y nos ayuda a plantearnos nuevos interrogantes.
A continuación comienza el trabajo en archivo y bibliotecas, aunque simultáneamente se siga consultando bibliografía que pueda ir resultando interesante, bien porque sea nueva, bien porque la propia investigación nos vaya llevando hacia otros campos bibliográficos.
Ir a un archivo es como se explicaba aquí, ir de pesca. O como decía la madre de Forrest Gump, uno nunca sabe qué le va a tocar en la caja de bombones. Normalmente los archivos cuentan con guías o catálogos que sirven para saber qué tipo de documentación se custodia. La ayuda de los archiveros suele ser también muy importante porque conocen de primera mano la documentación. Pero no todos los archivos están bien organizados, en muchos casos por falta de medios, y no se sabe a ciencia cierta qué hay y qué no, o no permiten el acceso a los investigadores. Por ejemplo, los archivos de algunas familias nobles o de conventos o monasterios, por ser de titularidad privada están cerrados al público y su acceso denegado. Sólo el “encanto personal”, el “ganarse”  a las monjas o persona encargada, puede conseguir que se abran las puertas del archivo.
Una vez allí, se inicia la consulta de la documentación. Dependiendo del tema y la fuente, surgen dificultades diversas: se puede tratar de documentación bien conservada, catalogada, sin lagunas, por lo que el problema es la inabarcabilidad. La imposibilidad de leer todo el material disponible. Esto suele ocurrir con la documentación de tipo administrativo. En el otro extremo, puede que necesitamos encontrar datos precisos sobre un tema muy concreto y la dificultad en ese caso radica en tener la “suerte” de encontrar lo que buscamos, y en verdad, la fortuna juega un papel importante en estos casos.
Pero supongamos que hemos encontrado la documentación y la hemos consultado. En ese momento es cuando hay que tener presente qué tipo de preguntas queremos hacerle a la documentación y qué nos puede decir esa documentación.
Por ejemplo, si nos interesa conocer la difusión y consumo de libros en una zona concreta en un momento concreto, una de las fuentes interesantes podría ser los inventarios de bienes de difuntos. Es un tipo de documentación notarial, en la que se daba fe de los bienes que dejaba una persona al fallecer, entre otras cosas para que los herederos pudieran ejercer sus derechos. En estos inventarios pueden aparecer los libros que el difunto tenía en su biblioteca. Hasta aquí todo parece sencillo, pero hay que hacerse algunas preguntas: primero no podemos asegurar 100% que el difunto sólo tuviese esos libros, porque hubiera regalado algunos, los hubiese prestado o se “perdieran” en algún momento entre el fallecimiento y el levantamiento del acta. Segundo, que el dueño tuviese esos libros no significa necesariamente que los hubiese leído (y si no, sean sinceros y piensen si han leído todo lo que tienen en casa).Tercero, puede que no todos los libros los hubiera comprado el difunto, o perteneciesen a diferentes miembros de la familia… y así sucesivamente habría que interrogarse sobre los datos que vamos obteniendo para aproximarnos lo más posible a la realidad, en nuestro ejemplo, de qué libros se leían, quién los tenía y cuál era su difusión.
A todo lo anterior, hay que sumar, la que para mí es siempre la mayor dificultad. En química si uno mezcla A+B esperando que salga C y no es así, sino que se obtiene D, puede que sea un mal resultado, pero es un resultado. En nuestro caso, que no encontremos la documentación, no significa que no haya existido, sólo que no la hemos encontrado, lo cual no es ningún resultado: se ha podido perder, destruir, cambiar de ubicación,  no haber existido o simplemente no hemos buscado bien. Y además, por muy meticuloso que uno sea, tampoco se puede asegurar nunca que se ha consultado toda la documentación existente, siempre puede aparecer en algún sitio algo que no conociéramos.
Dejamos para otro día la subjetividad de las fuentes, otro de nuestros quebraderos de cabeza.
Así que, hacer historia es bastante más complicado que leer papelotes viejos, la capacidad de ser crítico con uno mismo y con las fuentes es fundamental, difícil de aprender y que suele marcar la diferencia entre los grandes historiadores y los demás.

domingo, 15 de mayo de 2011

En el país de los búnkeres

Hay un país en los Balcanes que se asoma tímido al Adriático desde las altas cimas de los Alpes Dináricos. En él la vida fluye desde los campos de olivos hacia sus caóticas ciudades, que crecen sin control entre atascos en avenidas aún por asfaltar. Albania, con su capital Tirana tirando con fuerza, es hoy un país joven en el que casi el 25% de sus tres millones de habitantes tiene menos de catorce años. Se respira vida en sus calles e incluso optimismo a pesar de que la corrupción lo invada todo. "Es un país maravilloso. Tenemos cualquier cosa que quieras: tenemos sol, playas preciosas y montañas donde caminar y perderse", comenta Altin, un taxista de la pequeña ciudad de Shkodra que me lleva hasta la frontera con Montenegro. "Si no fuera por los políticos todo iría mejor", añade mientras el Mercedes-Benz que compró en Alemania avanza seguro por un camino pedregoso en medio de una llanura. Apenas hablo. Asiento y sonrío a cada uno de sus comentarios hasta que mi vista se posa en uno de los numerosos búnkeres, que como setas, aparecen en el campo albanés. Aunque he visto tantos desde mi llegada al país, no dejan de sorprenderme. Altin se percata de mi curiosidad por tales construcciones y detiene el vehículo para que pueda fotografiarlos. "Jodido Hoxa. ¡Cuánto dinero gastó en esta mierda! Ahora no sirve para nada y cuesta tanto demolerlos que no podemos hacer nada. Seguirán ahí con nosotros y con nuestros hijos", se lamenta.

Enver Hoxha rigió los destinos de Albania desde 1945 hasta su muerte en 1985 mediante una dictadura que condenó al país a un brutal aislamiento. Líder indiscutible del Partido del Trabajo de Albania, durante los primeros años mantuvo una estrecha colaboración con Yugoslavia pero en 1948, tras condenar la "desviación ideológica" de Josip Broz Tito, rompió relaciones con su vecino mayor y centró sus miras en la Unión Soviética. Hoxha trató de imitar la programada política económica soviética y creó planes quinquenales a la manera de Stalin. Cuando los soviéticos se apartaron del modelo stalinista en 1956, Hoxha criticó el revisionismo de Nikita Jruschov y acabó por romper definitivamente con Moscú en 1961. Fue entonces cuando el dictador albanés buscó una alianza con China, que estuvo vigente hasta 1978, año en que Pekín estableció relaciones diplomáticas con Washington. Los acuerdos con los americanos hicieron que Hoxha llevara al país a un aislamiento casi absoluto que poco a poco fue desapareciendo después de su muerte. Ramiz Alia, su sucesor en el cargo, juró ante su tumba en los funerales de Estado que se celebraron en Tirana para honrar al dictador que Albania sería "siempre roja" pero iría concediendo paulatinas aperturas hasta estallar en el 92 una revolución que acabaría con el régimen.



Los más de 600.000 búnkeres que pueblan el país son el reflejo de la locura de un ser como Hoxha, que tras  la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968 creyó necesario diseñar un sistema defensivo capaz de frenar a posibles agresores externos. Las historias y las leyendas que circulan en Albania sobre el boom inmobiliario "bunkeriano" no se pueden contar con los dedos de la manos. La más extendida apunta a que Hoxha mandó a un ingeniero construir un prototipo de estos búnkeres. En su presentación le preguntó si estaba seguro de que aguantaría el ataque de un tanque, a lo que el ingeniero afirmó que sí. De inmediato Hoxha pidió al constructor que permaneciera dentro del búnker mientras un carro de combate realizaba cargas contra él. El ingeniero, aunque aturdido, consiguió sobrevivir y Hoxha dio comienzo a sus planes megalómanos. Los funcionarios del gobierno comenzaron a extender su red de búnkeres por todo el país, ora en lo alto de un monte, ora en una vaguada; ora en medio del huerto de una familia, ora en frente de una casa. Nada importaba, estaba en juego la seguridad nacional. Hoy la mayoría de esos búnkeres están abandonados pero existen algunos que han sido reconvertidos en garajes para los Mercedes como el de Altin. Otros muchos han servido a los albaneses para perder su virginidad no sé si de la forma más segura.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Textos que me gustan 3: Arcipreste de Hita

En el siglo XIV, el Arcipreste de Hita, escribió El libro de Buen Amor, en él encontramos este fragmento dedicado al poder del dinero. En un momento en el que la economía basada en el intercambio de dinero estaba al alza, el autor reflexiona con ironía y humor acerca del tema:

Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar;
al torpe hace discreto, hombre de respetar,
hace correr al cojo, al mudo le hace hablar;
el que no tiene manos bien lo quiere tomar.

Aun el hombre necio y rudo labrador
dineros le convierten en hidalgo doctor;
cuanto más rico es uno, más grande es su valor,
quien no tiene dineros no es de sí señor.

Si tuvieres dinero tendrás consolación,
placeres y alegrías y del Papa ración,
ganarás Paraíso, ganarás salvación:
donde hay mucho dinero hay mucha bendición.

Yo vi en corte de Roma, do está la Santidad,
que todos al dinero tratan con humildad,
con grandes reverencias, con gran solemnidad;
todos a él se humillan como a la Majestad.

Creaba los priores, los obispos, abades,
arzobispos, doctores, patriarcas, potestades;
a los clérigos necios dábales dignidades,
de verdad hace mentiras; de mentiras, verdades.

Hacía muchos clérigos y muchos ordenados,
muchos monjes y monjas, religiosos sagrados,
el dinero les daba por bien examinados:
a los pobres decían que no eran ilustrados.

Ganaba los juicios, daba mala sentencia,
es del mal abogado segura mantenencia,
con tener malos pleitos y hacer mala avenencia:
al fin, con los dineros se borra penitencia.

El dinero quebranta las prisiones dañosas,
rompe cepos y grillos, cadenas peligrosas;
al que no da dinero le ponen las esposas.
¡Hace por todo el mundo cosas maravillosas!

He visto maravillas donde mucho se usaba:
al condenado a muerte la vida le otorgaba,
a otros inocentes, muy luego los mataba;
muchas almas perdía, muchas almas salvaba.

Hace perder al pobre su cabaña y su viña,
sus muebles y raíces, todo lo desaliña;
por todo el mundo anda su sarna. y su tiña;
donde el dinero juega allí el ojo guiña.

El hace caballeros de necios aldeanos,
condes y ricos hombres de unos cuantos villanos,
con el dinero andan los hombres muy lozanos,
cuantos hay en el mundo le besan hoy las manos.

Vi que tiene el dinero las mayores moradas,
altas y muy costosas, hermosas y pintadas;
castillos, heredades y villas torreadas
al dinero servían, por él eran compradas.

Comía los manjares de diversas naturas,
vestía nobles paños, doradas vestiduras,
muchas joyas preciosas, bagatelas y holguras,
ornamentos extraños, nobles cabalgaduras.

Yo he visto a muchos monjes en sus predicaciones
denostar al dinero y a las sus tentaciones,
pero, al fin, por dinero otorgan los perdones,
absuelven los ayunos y ofrecen oraciones.

Aunque siempre lo insultan los monjes por las plazas,
guárdanlo en el convento, en vasijas y en tazas,
tapan con el dinero agujeros, hilazas;
más escondrijos tienen que tordos y picazas.

Dicen frailes y clérigos que aman a Dios servir,
mas si huelen que el rico está para morir
y oyen que su dinero empieza a retiñir,
por quién ha de cogerlo empiezan a reñir.

Clérigos, monjes, frailes no toman los dineros,
pero guiñan el ojo hacia los herederos
y aceptan donativos sus hombres despenseros;
mas si se dicen pobres, ¿para qué tesoreros?

Allí están esperando el más rico madero;
al que aún vive recitan responsos, ¡mal agüero!
Cual los cuervos al asno le desuellan el cuero:
-Cras, cras, le llevaremos, que ya es nuestro por fuero!

Toda mujer del mundo, aunque dama de alteza,
págase del dinero y de mucha riqueza,
nunca he visto una hermosa que quisiera pobreza:
donde hay mucho dinero allí está la nobleza.

El dinero es alcalde y juez muy alabado,
es muy buen consejero y sutil abogado,
alguacil y merino, enérgico, esforzado;
de todos los oficios es gran apoderado.

En resumen lo digo, entiéndelo mejor:
el dinero es del mundo el gran agitador,
hace señor al siervo y siervo hace al señor;
toda cosa del siglo se hace por su amor.

Por dineros se muda el mundo y su manera
toda mujer cuando algo desea es zalamera,
por joyas y dineros andará a la carrera;
el dar quebranta peñas, hiende dura madera.

Deshace fuerte muro y derriba gran torre,
los cuidados y apuros el dinero socorre,
hace que del esclavo la esclavitud se borre;
de aquel que nada tiene, el caballo no corre.
 


miércoles, 4 de mayo de 2011

Mujeres pintoras

Tradicionalmente se nos ha hecho llegar la idea de que, a lo largo de la historia, la mujer ha estado relegada al ámbito doméstico y que su participación en el campo laboral, científico o artístico ha sido insignificante. Sin embargo, las investigaciones que se están llevando a cabo en las últimas décadas muestran una realidad que matiza mucho esa afirmación.
Es indudable que la mujer ha estado relegada a un segundo plano y que son pocas las artistas, científicas, escritoras o profesionales de otros gremios que han pasado a la posteridad. La cuestión es que el que no sean conocidas no significa que no existieran. Ya durante la Edad Media está perfectamente documentado que las mujeres trabajaban en los talleres familiares gremiales, pero muy raramente firmaban las obras, los productos o aparecían en los libros de contabilidad. Las niñas frecuentaban los talleres, aprendían el oficio y seguían colaborando en el negocio familiar durante toda la vida, a pesar de no ser visibles en la documentación. Muchas veces fue al quedar viudas y ponerse al frente del negocio cuando empieza a nombrárselas. Ya vimos AQUÍ cómo algunos oficios relacionados con la medicina, como las parteras o comadronas, estaban monopolizados por mujeres.
Con todo lo anterior quiero introducir el tema de hoy: las mujeres pintoras. Durante el renacimiento, que es en la época en la que vivieron las protagonistas, los pintores trabajaban en talleres, donde solía haber varios aprendices que ayudaban al artista. Entre esos aprendices se contaban también sus hijas. o niñas con talento.
Estas son las historias de dos de ellas.

Artemisia Gentileschi, Autorretrato
Artemisia Gentileschi, nació en Roma en 1593 y era hija de Orazio Gentileschi, un afamado pintor. Como era habitual, la niña acudía al taller de su padre y éste le enseñó y animó a pintar, viendo las cualidades que tenía su hija. Como por se mujer no podía entrar en la Academia, le buscó un maestro, colaborador suyo: Agostino Tassi. Poco después, en 1612 un episodio marcó su vida para siempre: Tassi la violó. En un principio parece ser que prometió casarse con ella, pero posteriormente renegó de su promesa por lo que Orazio, decidió denunciarlo. Durante la instrucción del caso Artemisia fue sometida a un examen exhaustivo y sometida a tortura para comprobar que decía la verdad. No me resisto a escribir una parte de su declaración:

 Cerró la habitación con llave y una vez cerrada me lanzó sobre un lado de la cama dándome con una mano en el pecho, me metió una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos, y alzándome las ropas, que le costó mucho hacerlo, me metió una mano con un pañuelo en la garganta y boca para que no pudiera gritar y habiendo hecho esto metió las dos rodillas entre mis piernas y apuntando con su miembro a mi naturaleza comenzó a empujar y lo metió dentro. Y le arañé la cara y le tiré de los pelos y antes de que pusiera dentro de mi el miembro, se lo agarré y le arranqué un trozo de carne.

Tassi fue finalmente condenado a un año de cárcel, pero Artemisia nunca superó completamente aquel episodio, y su dolor se puede ver en sus obras.
Vean la diferencia entre el cuadro pintado por Artemisia y el pintado por Caravaggio sobre el mismo tema: Judith matando a Holofernes.

Cuadro de Artemisia



Cuadro de Caravaggio

Un mes después del juicio se casó, un matrimonio arreglado con otro pintor, lo que le restituyó la "honorabilidad", necesaria en aquel tiempo para poder seguir desempeñando su trabajo y continuó pintando con éxito. Vivió en Florencia, en Venecia, Roma, trabajó durante un tiempo en la corte de Carlos I de Inglaterra junto a su padre hasta que éste murió y posteriormente volvió a Italia, a Nápoles donde poco se sabe ya de sus últimos años, excepto que murió alrededor de 1654.

Más amable fue la vida de otra gran pintora del Renacimiento:

Sofonisba Anguissola, Autorretrato
Sofonisba Anguissola. Nació en Cremona hacia 1532. Era miembro de una familia de la baja nobleza y su padre se interesó en que  sus hijas recibiera una buena educación y cultivaran sus talentos artísticos, de hecho otras cuatro hermanas también fueron pintoras, pero ninguna alcanzó la fama de Sofonisba. a los 22 años se trasladó a Roma y tuvo la oportunidad de conocer y recibir consejos de Miguel Ángel. A pesar de no poder acceder a una formación artística completa por ser mujer, no podía por ejemplo estudiar cuerpos desnudos del natural, se hizo con una considerable fama. En 1558 viajó a Milán para retratar al Duque de Alba que posteriormente la recomendó a Felipe II. En Madrid se convirtió en pintora de la corte además de dama de compañía de la reina Isabel de Valois. En 1570 tras contraer matrimonio volvió a Italia, habiendo recibido de Felipe II una generosa pensión como dote.

Retrato de Felipe II por Sofonisba, tradicionalmente atribuido a Sánchez Coello
Tras quedarse viuda en 1579 y durante un viaje a Cremona conoció a Orazio Lomellino, capitán del barco en el que viajaba y considerablemente más joven que ella. Se casó con él y se instaló en Génova donde gracias a la fortuna de Orazio y a la pensión que le había otorgado Felipe II pudo vivir cómodamente, seguir pintando y gozar de su popularidad. Murió en 1625 a los 93 años de edad.
Podríamos hablar también de Lavinia Fontana, Fede Galizia y otras mujeres que aunque no muy conocidas por el público actual vivieron de su trabajo y fueron reconocidas artistas en su época. Fue el paso del tiempo y los cronistas e historiadores posteriores los que poco a poco las fueron relegando al anonimato.