lunes, 5 de diciembre de 2011

La marital corrección

Hace alguna semana se celebró el día contra la llamada violencia de género. Últimamente me he tenido que dedicar a este tema por el trabajo y por eso me parece oportuno dedicar un post al asunto.
A veces por lo que se oye en la prensa se podría pensar que el auge de la violencia contra la mujer es un producto del movimiento feminista que comenzó a mediados del siglo pasado. Que como las mujeres han ido reclamando cada vez mayor "libertad" e independencia en sus parejas el hombre se ha sentido amenazado y ha utilizado la violencia para tratar de volver a tener el control. No soy ni antropólogo ni sociólogo, así que no sé hasta qué punto estas afirmaciones son ciertas, pero desde luego no lo explican todo.

La violencia contra la mujer se remonta hasta la antigüedad, como bien analiza y explica Antonio Gil Ambrona en su libro Historia de la violencia contra las mujeres, pero en esta ocasión voy a ocuparme sólo de algunas cuestiones que documentamos desde la Edad Media. La "marital corrección" es un concepto legal, que en la práctica significaba que un marido estaba legitimado para usar la violencia contra su mujer con el objetivo de corregir conductas equivocadas o "domar" a esposas díscolas. Se creía que igual que a los animales o a los niños, unos golpes a tiempo ayudaban a solucionar los problemas de comportamiento. La brutalidad en el uso de la fuerza era lo que no se consideraba correcto, pero era difícil estipular qué era brutalidad  y qué no. Algunos uxoricidas fueron declarados inocentes de la muerte de sus esposas porque alegaron que tratando de corregirlas, accidentalmente se habían excedido en el uso de la fuerza.

Si en materia legal las cosas estaban así, en cuanto a los moralistas de la época las cosas no eran muy diferentes. Por ejemplo, Erasmo en una de sus obras dedicada al matrimonio, escribió el Coloquio Mempsigamos, en el que Eulalia una feliz casada y Xantipe una mujer que sufre un matrimonio desgraciado hablan acerca de las claves para tener un matrimonio dichoso. Entre los consejos que Eulalia da están:  el sufrirle mejor como es que tratar de cambiarlo con “nuestra reciura”, y si se trataban de cambiar comportamientos adúlteros o violentos, sería mejor hacerlo por medio de la virtud y el sufrimiento.
Del mismo modo en la obra de Luis Vives el mensaje es el mismo. La mujer es la responsable de que haya armonía en su casa y por tanto las reacciones violentas del marido se deben siempre a errores, mal comportamiento o excesos de la mujer.

Pero los ejemplos datan de mucho antes. Ya en las Confesiones de San Agustín podemos encontrar el modelo de mujer sacrificada en la figura de su madre, Santa Mónica, que, a pesar de sufrir a un “marido feroz”, después del contrato del casamiento en el cual mujeres se hacían cuasi siervas, deberían ellas de pensar en su estado y condición y acordarse de su suerte, no ensorbeciendo contra sus maridos las que tomaban sus consejos y experimentaban lo que ella, alegrábanse; y las que no, eran maltratadas y sujetas.

A la dificultad que las mujeres experimentaban para denunciar el problema, se unía que, al producirse la comisión del delito en el domicilio conyugal, y por tanto en la esfera privada, este tipo de crímenes se dotaban de un carácter especial, por lo que los jueces en muchas ocasiones entendían que no debían interferir. Se trataba de un asunto familiar y por tanto la protección a las mujeres ante la violencia que sufrían en sus hogares era muy difícil de obtener.

Los uxoricidios y los delitos que se producían dentro del hogar, suponían un dilema en sí mismos para el sistema. En el Antiguo régimen el mantenimiento del orden social era uno de los pilares que sustentaban un sistema político no igualitario en el que la monarquía se situaba en el vértice de la pirámide social y política.


Este tipo de crímenes provocaba un conflicto que enfrentaba por un lado la preeminencia del poder real y sus instituciones sobre todos los súbditos y por otro, la autoridad del padre de familia sobre los miembros de la misma, que tenía su origen en las leyes divinas y el derecho natural.


Los jueces debían mantener un equilibrio muy delicado entre ambos derechos. Según la teoría política del momento la figura del monarca se podía asimilar a la del pater familias, por tanto, se hacía necesario determinar si el uxorocida había actuado dentro de los límites del derecho divino y natural que le otorgaban su autoridad, o se trataba de un hombre que había cometido un crimen dentro del ámbito familiar. La cuestión no era en absoluto baladí, puesto que la autoridad del padre de familia era concebida como soberana y natural, lo mismo que la del monarca, y por tanto, y siempre según este derecho, en teoría sólo debería rendir cuentas a Dios.Si esa autoridad era cuestionada, lo podría ser también la del rey y con ello el orden social existente.


Además, también hay que tener en cuenta la problemática que desde el punto de vista religioso entrañaban esta clase de delitos. El matrimonio como sacramento y por tanto vínculo indisoluble, cuyo fin último era que ambos cónyuges alcanzaran la salvación, se tambaleaba como concepto en el momento en que la mujer era asesinada por su marido, quien se supone que se debía encargar de protegerla y llevarla por el buen camino.


El matrimonio era en estos momentos una institución que cumplía con un papel fundamental, el de proveer súbditos a la Corona, socializar la jerarquía en su dimensión sexual y colaborar con el proyecto sociopolítico de la corona, en el que el orden social y la jerarquía eran pilares fundamentales. 


Si les parece interesante el tema, en otro post trataremos de las separaciones y sus entresijos

jueves, 17 de noviembre de 2011

Hoy vengo a hablar de mi libro (II)

Hoy soy yo el que presenta libro. Se titula El Papado y la Guerra de Sucesión española y es el resultado de años de trabajo en archivos de Madrid, Roma y Viena. Lo acaba de publicar la editorial Marcial Pons.

En sus páginas estudio las relaciones del papa Clemente XI (1700-1721) con los dos rivales en la lucha por la corona de España, el duque de Anjou –para unos, Felipe V- y el Archiduque –para otros, Carlos III-. En la introducción comento que la frontera que separa el poder terrenal del espiritual ha sido casi siempre para el Papado borrosa y permeable, y es precisamente esa delgada línea lo que me ha llevado a ocuparme de la política internacional de la Santa Sede en un periodo especialmente conflictivo en el Occidente Católico. Al fin y al cabo, es un trabajo que pretende indagar en el choque que se produjo entre la Santa Sede, preocupada por recuperar la centralidad que el factor religioso había ido perdiendo en el siglo XVII, y los intereses de los grandes poderes de Europa con la Guerra de Sucesión como telón de fondo. Quizás se explique mejor en la contraportada:

Al término de la Guerra de los Treinta Años, la Santa Sede sufrió una profunda crisis que acabó con la centralidad que hasta entonces había disfrutado en la escena política internacional. En los tratados de paz que siguieron al conflicto la razón de Estado se impuso al factor religioso como base de la negociación diplomática y el ideal católico del Papado como eje director de Europa quedó relegado a un segundo plano. No fue hasta 1700 en que la crisis dinástica de la Monarquía de España brindó al papa Clemente XI la posibilidad de revertir esta situación y convertirse en Padre Común en una contienda en la que sus «hijos», tanto el archiduque Carlos como Felipe V, procuraban su reconocimiento para convertirse en el verdadero «Rey Católico». Esta obra indaga en las razones del fracaso de la empresa pontificia en la Guerra de Sucesión española y demuestra el creciente distanciamiento entre los postulados de la Sede Apostólica y los de una Europa en la que la religión estaba cada vez más lejos de ser un elemento determinante en el orden internacional.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Que me busquen en la Academia

Hace no mucho descubrí una red social pensada especialmente para el mundo académico y de la investigación. Se llama academia.edu. No se trata de hacer propaganda de un portal (no es el facebook o el twitter de turno), pero creo que, al igual que lo es para mí, puede ser útil para muchas de las personas que pasan por la Historioteca. Digamos que es una especie de dialnet, ese  repositorio que recoge libros, colaboraciones en obras colectivas y artículos, o un google scholar, con los que quizás muchos de vosotros estéis familiarizados, pero personalizado. Es decir, que no hay un encargado de localizar tus publicaciones para ponerlas a disposición de la red sino que eres tú mismo quien tiene que subir sus trabajos para, digamoslo así, "venderse". Es ahí donde, en mi opinión, está lo bueno del sitio.

Al fin y al cabo, en nuestras carreras de lo que se trata es de dar difusión a la producción científica que con los años vamos acumulando y que muchas veces queda olvidada en la estantería de la biblioteca de la facultad, bien porque la revista que nos lo ha publicado no tiene una buena difusión o porque simplemente no llega a donde nosotros queríamos que llegase. No digo yo que no sea bueno pasearse por los congresos cargados de separatas que se van repartiendo en plan buitre, pero a lo mejor esto es más sutil.

Con Academia. edu, y eso que he empezado hace poco a utilizarlo, yo me aseguro de que buena parte de mi producción -aún tengo que dedicarle un rato- esté disponible en cualquier parte del mundo y que, quizás, alguien de California, de Perú o de Corea que esté interesado en los temas que yo trabajo, pueda conocerme, con todo lo bueno y lo malo que eso acarrea. Dejando a un lado lo negativo, que siempre hay locos en todos los foros, bien puede servir para que me llamen para una conferencia, para escribir una colaboración o simple y llanamente para que me citen. Lo cual ya es mucho. Siempre he oído decir que la historiografía española, pese a los esfuerzos para su internacionalización, es en muchos países una gran desconocida. Démosles, pues, una oportunidad para que nos conozcan.

jueves, 6 de octubre de 2011

Cada uno puede salvarse en su ley

En parte debido a la leyenda negra, en parte porque obedece a la realidad, en la actualidad se tiene la imagen de que durante la Edad Moderna en la la Monarquía Hispánica imperaba el fanatismo religioso católico, a diferencia del resto de Europa donde la libertad religiosa empezaba a ser un hecho.

Esta idea, que como decimos, contiene parte de verdad, no refleja al completo la realidad, y se ha ido superando con el tiempo, sobre todo en lo que se refiere a la segunda parte del enunciado. Por ejemplo, la caza de brujas en centroeuropa fue un fenómeno mucho más extendido que en la península. La cantidad de mujeres quemadas o ejecutadas por ese motivo en la Monarquía Hispánica está muy lejos de las cifras alcanzadas en otros países.

La primera parte es, sin embargo, no ha sido apenas matizada a lo largo del tiempo. La Inquisición, los autos de fe, la expulsión de judíos y moriscos... son prueba fehaciente de una especie de intolerancia consustancial a la península Ibérica. Es por eso, porque hasta ahora se ha tratado poco, que es tan interesante la propuesta que el profesor de Yale Stuart B. Schwartz hace en su libro Cada uno en su ley. 

Dice el autor en la introducción, al hablar de cómo surgió el libro:
Mientras trabajaba con documentos de la Inquisición española sobre las ideas en torno a la sexualidad en España y sus colonias, comencé a encontrar casos de sujetos cuyas actitudes se parecían bastante a las de Menocchio (Menocchio fue un molinero del Friuli protagonista del libro de Carlo Ginzburg El queso y los gusanos. Menocchio fue juzgado por la Inquisición por sus ideas heréricas y una de ellas era que la salvación era posible en cualquier religión porque Dios nos ama a todos). La mayoría de ellos era gente común, aunque no faltaban de vez en cuando clérigos y hombres de letras que mostraban algún relativismo religioso y cierta tolerancia, a menudo condensados en una expresión común: "cada uno se puede salvar en su ley". Me pregunté cómo era posible que este tipo de actitudes tuviese expresión en la España y Portugal modernos, considerados el ejemplo clásico del empeño por imponer la ortodoxia dentro del absolutismo contrarreformista.

Estas personas nunca fueron una mayoría, ni constituían un grupo organizado o una corriente de pensamiento estructurada, eran, simplemente, personas que tenían dudas, que frente a la ortodoxia impuesta por la jerarquía religiosa y el estado, se mostraban dubitativos en algunos aspectos.

La cuestión de la salvación era crucial desde la edad Media y la máxima preocupación entre la población. Cito de nuevo a Schwartz: La repetición constante del dicho "Dios quiere que cada uno en su ley se salve", parecía ser, a primera vista, fruto del sentido común y una forma popular de entender la diversidad de credos que había en el mundo. La cuestión de la salvación, de hecho, tuvo una enorme importancia dentro de la cristiandad primitiva y fue objeto de arduos debates entre los teólogos de la época medieval. Si Dios era una fuerza omnipotente de cuya gracia la humanidad, a pesar de sus pecados, podía ser redimida, la pregunta era saber cómo esa concepción de la omnipotencia divina se conciliaba con la idea de que la salvación sólo era posible dentro de la Iglesia. ¿Acaso una divinidad todopoderosa no podía salvar a quien quisiese? Por otros lado, si la salvación sólo se alcanzaba a través de Cristo y de su Iglesia, cabía concluir que Dios había condenado intencionadamente a muchas buenas almas al fuego eterno. ¿Qué sucedía con los niños que morían antes de ser bautizados, con los hombres y mujeres dignos de admiración que vivieron en los tiempos antiguos (antes de Cristo), o con quienes, habitando tierras lejanas, nunca habían oído hablar de Cristo? En ocasiones, los cristianos se vieron en la necesidad de tener que explicar por qué Dios habría esperado tanto tiempo para enviar a su Hijo, condenando así a muchas generaciones para la eternidad, o por qué habría creado a tanta gente fuera de la Iglesia. Con todo, la cuestión quizá más problemática era entender la razón por la cual un Dios justo condenaba al Infierno a sujetos que llevaban una vida buena y honesta, acorde con las leyes naturales que Él mismo había dado a todos los hombres, aunque viviesen al margen de la fe cristiana. Como dijo un converso en España "Dios no hizo bien su oficio haciendo algunos moros, otros judíos y otros cristianos".

El libro aborda cómo la Iglesia fue dando respuesta a estos interrogantes, cómo se fueron planteando otros con la llegada al continente americano y el descubrimiento para los eurpeos de su población y cómo el mensaje oficial tuvo respuesta entre la población.

En una sociedad donde durante mucho tiempo habían cohabitado personas de diferentes credos hacía que, por ejemplo, hubiera personas que dudaran de que su vecino morisco que llevaba una vida buena y honrada tuviese necesariamente que condenarse. El uso que se hizo de la Inquisición como herramienta de control social, en el que se animaba a la gente a delatar a sus vecinos, ofreciendo una oportunidad de oro para saldar cuentas pendientes, es una de las razones de que la gente fuese cada vez más prudente a la hora de manifestar públicamente esas dudas, pero la documentación inquisitorial que ha estudiado el profesor Schwartz muestra que los disidentes existían también en este caso, aunque fuesen siempre una pequeña minoría.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Jornada sobre Miguel Servet

Mañana 22 de septiembre en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza se celebrará la Jornada
Tolerancia e intolerancia en la Edad Moderna (A propósito del centenario de Miguel Servet)

Se darán cita en ella especialistas en la materia tanto españoles como extranjeros. El programa se puede ver en el link y la entrada es libre.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Aragoneses por el mundo: Antonio Gavín

Hoy y para empezar la temporada traemos la historia de Antonio Gavín, (un aragonés que podría haber protagonizado un programa de "Aragoneses por el mundo") a propósito de la publicación por la Institución Fernando el Católico de su obra El licenciado Lucindo o el cura canalla (a cargo de Genaro Lamarca) y de la conmemoración de su muerte, que se produjo a mitad de septiembre de 1750.

Puede que su nombre no les suene de nada, pero si les decimos que su obra A Master-Key to Popery (El antipapismo de un aragonés anglicano en la Inglaterra del siglo XVIII) publicada en Inglaterra en 1726, tuvo 15 ediciones entre los siglos XVIII y XIX, es decir, posiblemente más ediciones que ninguna otra obra española de los siglos modernos, a excepción de El Quijote y La Celestina, y fue traducido al francés al alemán y al holandés, se comprende la necesidad de revisar, como en tantos otros casos, qué es lo que hace que un personaje pase a la historia o no, y si conocemos suficientemente bien el pasado o sólo lo que por diversos motivos ha interesado que perdurara en la memoria colectiva. La revisión de lo que sabemos es una necesidad constante en la ciencia histórica.
Antonio Gavín nació probablemente en Zaragoza en 1682. Desconocemos casi todos los datos referentes a su familia. Estudió con los jesuitas y, posteriormente, Teología en la Universidad de Zaragoza. Fue ordenado sacerdote en 1705. Comenzó entonces lo que parecía podía llegar a ser, por sus importantes contactos sociales, una brillante carrera eclesiástica como confesor de la Catedral de El Salvador, La Seo, de Zaragoza, y muy pronto se hizo miembro de la Academia Moral de la Santísima Trinidad.
La ciudad sufrió mucho en esos años con la Guerra de Sucesión que tuvo terribles consecuencias para la población. La mayor parte del bajo clero se puso de parte de los austracistas (la Casa de Austria, a la postre perdedora de la guerra), mientras la mayor parte del alto clero aragonés, con el arzobispo de Zaragoza y la Inquisición a la cabeza, estaban de parte de los Borbones.
Seguramente por su pertenencia al bajo clero y por sus relaciones familiares Gavín se posicionó en el bando austracista. Perseguido por la Inquisición debido en buena parte a sus actividades políticas, y, aprovechando su relación con James Stanphone, general al mando de las tropas inglesas, huyó a Londres en 1711. Pero su viaje no fue directo y antes de llegar a la capital inglesa pasó por París, San Sebastián, Oporto y Lisboa, un periplo que duró más de tres años. Durante ese tiempo Gavín experimentó una evolución en su pensamiento y creencias que le llevó, a su llegada a Londres, a solicitar y conseguir ser admitido como pastor anglicano. Primero en castellano y posteriormente ya en inglés, Antonio Gavín se dedicó a predicar el anglicanismo en Irlanda (1720) donde combatió el catolicismo imperante con sus sermones y donde comenzó a escribir su libro A Master key to Popery.
Lo siguiente que sabemos de él es que entre 1724 y 1734 sirvió como capellán de los ejércitos ingleses, acompañándoles a Londres o Gibraltar, tras lo cual fue enviado como párroco a las colonias británicas de América del Norte, concretamente a Virginia.
Allí permaneció hasta el final de sus días, aunque cambió de lugar de residencia muy a menudo y donde se vio involucrado en enfrentamientos constantes con sus parroquianos. Una de las principales razones del enfrentamiento era su oposición a la esclavitud, pieza clave, ya en esos años, de la economía de Virgina.
En 1744 Antonio Gavín se encontraba ya enfermo, contaba con 62 años, y redactó su testamento en el que legaba todos sus bienes a su esposa Rachel. Poco más de 6 años después Gavín murió, a mediados de septiembre de 1750.
Años más tarde, su biblioteca, o al menos parte de ella, fue a parar a manos de Thomas Jefferson, el principal autor de la Declaración de Independencia de los EEUU, ante el que es probable que hubiera predicado alguna vez.
La obra de Gavín A Master-Key to Popery se publicó en inglés en tres volúmenes, en ella trata de demostrar la corrupción de los clérigos católicos a partir de múltiples ejemplos, especialmente en los problemas en la confesión, las bulas o la Inquisición. El licenciado Lucindo se encuentra en el segundo volumen.
La IFC también publicó en 2008 la versión castellana de 1724 El antipapismo de un aragonés anglicano en la Inglaterra del siglo XVIII.

El texto está extraído de la introducción que Genaro Lamarca hace a la edición.

jueves, 1 de septiembre de 2011

El Verano

Hace algunas semanas que no ha habido actualizaciones en el blog, ya que diversos motivos tanto profesionales como personales nos han mantenido alejados de él. Nuevos proyectos que han necesitado de nuestra atención y las vacaciones de verano no nos han permitido dedicar el tiempo necesario a En la Historioteca.
Pronto volveremos con más historias y esperamos que ustedes sigan ahí, leyéndonos.
Gracias.

martes, 28 de junio de 2011

Mala leche

Seguro que todos han empleado alguna vez esta expresión y algunos se habrá preguntado de dónde proviene. Durante muchos siglos se pensaba que a través de la leche con la que se amamantaba a un bebé se le hacían llegar las virtudes y los defectos de la madre o la nodriza. De ahí que tener mala leche tiene su origen en la creencia de que la persona en cuestión había sido alimentada con leche, digamos "defectuosa" o poco virtuosa.

La lactancia era una cuestión muy importante ya que iba indisolublemente unida a la perpetuación de las familias, los bebés debían ser alimentados por las mujeres para conseguir que llegasen a adultos y así heredar y continuar la saga familiar.

El arte no fue ajeno a este interés y durante la Edad Media abundaron las imágenes de las llamadas vírgenes de la leche, es decir, representaciones de la Virgen María dando de mamar a Jesús. Se trató de un tema iconográficos que tuvo mucho éxito muy repetido, pero al llegar la contrarreforma el modelo fue cambiando sutilmente mostrando menos la desnudez de María, ocultando sus pechos.
Aquí van algunos ejemplos:


Antonio Peris 1410

Pablode San Lecodadio siglo XV
Luis de Morales fines siglo XVI

Actualmente la creencia más extendida es que la leche materna es el mejor alimento para el recién nacido, siempre que sea posible, pero las cosas no se veían igual durante por ejemplo la Edad Media o la Edad Moderna. 

Las mujeres de clase alta y sus maridos solían criar a sus hijos con nodrizas. Tenían a las nodrizas internas en casa o les pagaban para que acudiesen a la casa a dar de mamar al bebé. Se trataba de algo costoso que no todas las familias podían permitirse y a veces se reservaba al primogénito, o en algunos casos a los hijos varones. Sí que parece que la tendencia era destetar a las niñas antes que a los niños.

La elección de la nodriza era una cuestión importante porque, como hemos dicho, transmitiría al bebé rasgos de su forma de ser, por lo tanto que fuera una mujer virtuosa, buena cristiana, humilde y bondadosa eran requisitos muy deseables en un ama de cría.

Ya en el siglo XVI se empezó a observar que la mortalidad entre los niños criados con nodriza era más alta que los amamantados por su madre y los médicos empezaron a recomendar la lactancia materna. Pero entonces, ¿Por qué las familias nobles y pudientes seguían eligiendo nodrizas? Las razones son varias y de diferente tipo. En primer lugar el convencimiento de que la lactancia estropeaba a las mujeres. En efecto muchas mujeres que daban de mamar a sus hijos tenían los pechos dañados por heridas y mordiscos ya que se les solía destetar cuando ya tenían dientes. La dieta poco equilibrada o con carencias en ciertos nutrientes también favorecía que las mujeres tendieran a adelgazar, lo que no era una ventaja en la época. Así, y ya que se consideraba que las mujeres del campo eran más fuertes y resistentes que las damas, parecía más apropiado que ellas se encargaran del amamantamiento.

Además, las mujeres que daban de mamar no podían seguir el ritmo de salidas nocturnas, funciones de teatro, reuniones... Los corsés apretados tampoco les favorecían y muchas dejaban de amamantar a sus hijos para poder seguir con su vida social. Las técnicas utilizadas para interrumpir la lactancia, sin embargo, les provocaban en muchos casos inflamaciones e incluso tumores, por lo que, en general, preferían que ni siquiera les subiera la leche.

A estos factores, que hoy en día pueden parecer frívolos, se unen otros de mayor calado. En la Edad Moderna se sabía que la lactancia retrasaba la vuelta a la fertilidad tras el parto. El interés por asegurar herederos, y teniendo en cuenta la alta mortalidad infantil antes de los 5 años, hacía necesario tener varios varones que aseguraran que aunque alguno muriese hubiera hermanos que pudieran ser nombrados herederos en su lugar y dieran continuidad al apellido y la fortuna familiar.
Así, la frecuencia de los embarazos hacía que las propias mujeres buscaran aligerar algo de peso y delegaran la tarea del amamantamiento.

A pesar de todo esto, la mayoría de los niños era alimentado por su madre y con el trascurso del tiempo, sobre todo a partir del siglo XVIII la lactancia materna como método preferible, se fue imponiendo poco a poco. La preocupación por la higiene que se intensificó en esa centuria, también contribuyó a que las familia spudientes no confiaran en nodrizas que normalmente vivían en condiciones insalubres.

En la Holanda protestante y la Inglaterra puritana las mujeres empezaron a ver como una obligación moral e incluso religiosa el alimentar a sus hijos ellas mismas. El mayor control de la natalidad, con una disminución en el número de hijos y por tanto, el aumento del tiempo que se le podía dedicar a cada uno, así como la mejora de la alimentación artificial para recién nacidos también ayudaron a que las nodrizas fueran requeridas cada vez menos.

martes, 14 de junio de 2011

Textos que me gustan 4: Maquiavelo, El Príncipe

[...] Esto nos conduce a una cuestión que está en disputa: ¿Es mejor ser amado que temido, o viceversa? Mi contestación es que uno debería ser amado y temido; pero, puesto que es difícil satisfacer ambas al mismo tiempo, sostengo que es más seguro ser temido que amado, si uno se ve obligado a excluir una de las dos opciones. Pues, un hombre puede, en general, decir esto: ellos son desagradecidos, volubles, falaces y engañosos, eluden el peligro y desean obtener ganancias. En la medida en que uno sirva a sus intereses son fieles. Prometen su sangre, sus posesiones, sus vidas, y sus hijos, como dije antes, en la medida en que uno no parezca necesitar de ellos. Pero, tan pronto uno requiera de ellos se vuelven contra uno. 

Cualquier gobernante que confíe simplemente en sus promesas y no tome ninguna precaución será destruido. Pues uno descubrirá que a los que se les ha comprado su favor, no acudirán a apoyarlo porque admiren su fuerza, carácter o nobleza de alma; ellos son personas a las que se les paga, pero nunca serán de uno, y al final no se obtendrá el beneficio de la inversión. 

Los hombres temen menos ofender a alguien que se hace querer, que alguien que se hace temer. Ya que el amor ata a los hombres con lazos de obligación, que (en vista de que los hombres son perversos) rompen siempre que sus intereses están en juego. Pero el miedo limita a los hombres porque temen ser castigados, y este miedo nunca los abandona. Empero, un gobernante deberá hacerse temer de tal manera que, si no inspira amor, al menos no provoque aversión. Ya que es perfectamente posible ser temido sin ser odiado. Únicamente se le odiará a uno si  se apodera de la propiedad o las mujeres de sus súbditos y ciudadanos. Siempre que mate a alguien, asegúrese de tener una excusa adecuada y una razón obvia; pero, sobre todo, mantenga sus manos fuera de la propiedad de la gente; pues las personas olvidan más rápido la muerte de su padre que la pérdida de su herencia.

El texto de hoy pertenece a una obra controvertida en su época y que sigue hoy en día suscitando opiniones encontradas. Maquiavelo escribió El Príncipe en 1513, aunque no se publicó hasta 1532, cuando su autor ya había fallecido. Está concebido como "manual" para futuros gobernantes, algo muy del gusto del Renacimiento, donde era muy frecuente escribir tratados sobre cómo debía ser el rey ideal, la mujer ideal, el príncipe ideal... Sus ideas, sin embargo, no eran tan tradicionales. La máxima "el fin justifica los medios" sigue generando debate en la actualidad. En este fragmento, Maquiavelo, insta a los gobernantes a ser temidos por el pueblo como medio de mantener el control y salpica su razonamiento de ejemplos en los que, desde mi punto de vista, retrata perfectamente la condición humana, y es eso lo que me gusta del texto. Una vez más vemos que no somos tan diferentes de nuestros antepasados. ¿Ustedes qué opinan? ¿Están de acuerdo con Maquiavelo?

lunes, 6 de junio de 2011

El diccionario de la RAEH

En los últimos días hemos asistido a la polemica que han suscitado algunas entradas del nuevo diccionario biográfico de la Real Academia de la Historia. Se han alzado muchas voces y se han vertido muchas opiniones al respecto, por eso hoy vamos a tratar el asunto aquí.

Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de analizar la supuesta objetividad o imparcialidad de los historiadores es que, citando a Marc Bloch "los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres". Aplicado al tema que nos ocupa, podemos afirmar que nadie puede sustraerse completamente al punto de vista en el que le situa el momento histórico en el que vive, sus vivencias o sus creencias. Todos arrastramos ese equipaje a la hora de interpretar los hechos cuando investigamos y elaboramos las obras históricas. Ahora bien, que no podamos "desprendernos" al cien por cien de esos factores no implica que debamos interpretar tendenciosamente e intencionadamente los hechos. Eso es desvirtuar la historia, utilizarla para apoyar nuestra ideología o manipular la opinión pública. No es nada nuevo, ha ocurrido, ocurre y ocurrirá, pero el retorcer la documentación para que se adapte a nuestras hipótesis es hacer mal historia.

Siguiendo de nuevo a Bloch en su "Introducción a la Historia" al hablar de la imparcialidad dice:
"Existen dos maneras de ser imparcial: la del sabio y la del juez. Tienen una raíz común, que es la honrada sumisión a la verdad. El sabio registra, o, aun mejor, provoca la experiencia que tal vez arruine sus más caras teorías. Sea cual sea el secreto anhelo de su corazón, el buen juez interroga a los testigos sin otra preocupación que la de conocer los hechos tal como fueron. Eso es, de ambos lados, una obligación de conciencia que no se discute. Sin embargo, llega un momento en que ambos caminos se separan. Cuando el sabio ha observado y explicado su tarea acaba. Al juez, en cambio, le falta todavía dictar sentencia. [...] Durante mucho tiempo el historiador pasó por ser una especie de juez de los Infiernos, encargado de distribuir elogios o censuras a los héroes muertos."
Dicho lo cual, existen excelentes historidores de todas las ideologías. No es de eso de lo que depende su rigurosidad, sino de ser capaces de ser imparciales a la manera del sabio. Lo contrario, ser jueces, ocurre también en todas las ideologías, pero es especialmente grave cuando ocurre en instituciones como la RAEH que deberían ser una referencia en el mundo académico.
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua una de las acepciones de dictadura es: Gobierno que en un país impone su autoridad violando la legislación anteriormente vigente.
Eso es lo que hubo con Franco en España y el trabajo de muchos magníficos historiadores a lo largo del tiempo lo ha demostrado no con opiniones sino con hechos, con documentos y rigor.
La persona que redactó la entrada sobre Franco, retuerce el lenguaje para no utilizar la palabra, y eso es lo que se está reprobando. Que aparentemente, su vinculación con la Fundación Franco ha empañado la imparcialidad que se le debe exigir a su trabajo.
Aquí dejo una serie de links sobre el tema para quien quiera saber más:
Acto de Presentación del Diccionario Biográfico Español, elaborado por la Real Academia de la Historia
Agencia EFE (vídeo)
http://www.youtube.com/watch?v=jHD_F9OL6Ds
De Viriato al Letizia, un diccionario con todos los que son
El Norte de Castilla

miércoles, 18 de mayo de 2011

Cómo se hace historia

Puede que alguno de ustedes se pregunten a veces, al ver un documental, leer una revista de divulgación o leer un blog, de dónde se saca la información que manejan los historiadores.
La cuestión es muy amplia y complicada, pero hoy queremos mostrarles un poco cómo se desarrolla la investigación histórica, desde la elaboración de las primeras hipótesis, hasta la publicación de los resultados, culminación de cualquier investigación.
Cuando uno empieza a plantearse comenzar una investigación lo primero que hay que hacer es consultar la bibliografía existente. La cuestión de la bibliografía es siempre espinosa, ya que no siempre es fácil abarcarla toda, valorar su interés,  tener acceso a libros o artículos publicados en otros países, o publicados hace tiempo y difíciles de encontrar.
Con el estudio de la bibliografía uno empieza a hacerse una idea de qué se ha hecho hasta el momento, cómo se ha abordado la cuestión, qué tipo de documentación se ha utilizado y nos ayuda a plantearnos nuevos interrogantes.
A continuación comienza el trabajo en archivo y bibliotecas, aunque simultáneamente se siga consultando bibliografía que pueda ir resultando interesante, bien porque sea nueva, bien porque la propia investigación nos vaya llevando hacia otros campos bibliográficos.
Ir a un archivo es como se explicaba aquí, ir de pesca. O como decía la madre de Forrest Gump, uno nunca sabe qué le va a tocar en la caja de bombones. Normalmente los archivos cuentan con guías o catálogos que sirven para saber qué tipo de documentación se custodia. La ayuda de los archiveros suele ser también muy importante porque conocen de primera mano la documentación. Pero no todos los archivos están bien organizados, en muchos casos por falta de medios, y no se sabe a ciencia cierta qué hay y qué no, o no permiten el acceso a los investigadores. Por ejemplo, los archivos de algunas familias nobles o de conventos o monasterios, por ser de titularidad privada están cerrados al público y su acceso denegado. Sólo el “encanto personal”, el “ganarse”  a las monjas o persona encargada, puede conseguir que se abran las puertas del archivo.
Una vez allí, se inicia la consulta de la documentación. Dependiendo del tema y la fuente, surgen dificultades diversas: se puede tratar de documentación bien conservada, catalogada, sin lagunas, por lo que el problema es la inabarcabilidad. La imposibilidad de leer todo el material disponible. Esto suele ocurrir con la documentación de tipo administrativo. En el otro extremo, puede que necesitamos encontrar datos precisos sobre un tema muy concreto y la dificultad en ese caso radica en tener la “suerte” de encontrar lo que buscamos, y en verdad, la fortuna juega un papel importante en estos casos.
Pero supongamos que hemos encontrado la documentación y la hemos consultado. En ese momento es cuando hay que tener presente qué tipo de preguntas queremos hacerle a la documentación y qué nos puede decir esa documentación.
Por ejemplo, si nos interesa conocer la difusión y consumo de libros en una zona concreta en un momento concreto, una de las fuentes interesantes podría ser los inventarios de bienes de difuntos. Es un tipo de documentación notarial, en la que se daba fe de los bienes que dejaba una persona al fallecer, entre otras cosas para que los herederos pudieran ejercer sus derechos. En estos inventarios pueden aparecer los libros que el difunto tenía en su biblioteca. Hasta aquí todo parece sencillo, pero hay que hacerse algunas preguntas: primero no podemos asegurar 100% que el difunto sólo tuviese esos libros, porque hubiera regalado algunos, los hubiese prestado o se “perdieran” en algún momento entre el fallecimiento y el levantamiento del acta. Segundo, que el dueño tuviese esos libros no significa necesariamente que los hubiese leído (y si no, sean sinceros y piensen si han leído todo lo que tienen en casa).Tercero, puede que no todos los libros los hubiera comprado el difunto, o perteneciesen a diferentes miembros de la familia… y así sucesivamente habría que interrogarse sobre los datos que vamos obteniendo para aproximarnos lo más posible a la realidad, en nuestro ejemplo, de qué libros se leían, quién los tenía y cuál era su difusión.
A todo lo anterior, hay que sumar, la que para mí es siempre la mayor dificultad. En química si uno mezcla A+B esperando que salga C y no es así, sino que se obtiene D, puede que sea un mal resultado, pero es un resultado. En nuestro caso, que no encontremos la documentación, no significa que no haya existido, sólo que no la hemos encontrado, lo cual no es ningún resultado: se ha podido perder, destruir, cambiar de ubicación,  no haber existido o simplemente no hemos buscado bien. Y además, por muy meticuloso que uno sea, tampoco se puede asegurar nunca que se ha consultado toda la documentación existente, siempre puede aparecer en algún sitio algo que no conociéramos.
Dejamos para otro día la subjetividad de las fuentes, otro de nuestros quebraderos de cabeza.
Así que, hacer historia es bastante más complicado que leer papelotes viejos, la capacidad de ser crítico con uno mismo y con las fuentes es fundamental, difícil de aprender y que suele marcar la diferencia entre los grandes historiadores y los demás.

domingo, 15 de mayo de 2011

En el país de los búnkeres

Hay un país en los Balcanes que se asoma tímido al Adriático desde las altas cimas de los Alpes Dináricos. En él la vida fluye desde los campos de olivos hacia sus caóticas ciudades, que crecen sin control entre atascos en avenidas aún por asfaltar. Albania, con su capital Tirana tirando con fuerza, es hoy un país joven en el que casi el 25% de sus tres millones de habitantes tiene menos de catorce años. Se respira vida en sus calles e incluso optimismo a pesar de que la corrupción lo invada todo. "Es un país maravilloso. Tenemos cualquier cosa que quieras: tenemos sol, playas preciosas y montañas donde caminar y perderse", comenta Altin, un taxista de la pequeña ciudad de Shkodra que me lleva hasta la frontera con Montenegro. "Si no fuera por los políticos todo iría mejor", añade mientras el Mercedes-Benz que compró en Alemania avanza seguro por un camino pedregoso en medio de una llanura. Apenas hablo. Asiento y sonrío a cada uno de sus comentarios hasta que mi vista se posa en uno de los numerosos búnkeres, que como setas, aparecen en el campo albanés. Aunque he visto tantos desde mi llegada al país, no dejan de sorprenderme. Altin se percata de mi curiosidad por tales construcciones y detiene el vehículo para que pueda fotografiarlos. "Jodido Hoxa. ¡Cuánto dinero gastó en esta mierda! Ahora no sirve para nada y cuesta tanto demolerlos que no podemos hacer nada. Seguirán ahí con nosotros y con nuestros hijos", se lamenta.

Enver Hoxha rigió los destinos de Albania desde 1945 hasta su muerte en 1985 mediante una dictadura que condenó al país a un brutal aislamiento. Líder indiscutible del Partido del Trabajo de Albania, durante los primeros años mantuvo una estrecha colaboración con Yugoslavia pero en 1948, tras condenar la "desviación ideológica" de Josip Broz Tito, rompió relaciones con su vecino mayor y centró sus miras en la Unión Soviética. Hoxha trató de imitar la programada política económica soviética y creó planes quinquenales a la manera de Stalin. Cuando los soviéticos se apartaron del modelo stalinista en 1956, Hoxha criticó el revisionismo de Nikita Jruschov y acabó por romper definitivamente con Moscú en 1961. Fue entonces cuando el dictador albanés buscó una alianza con China, que estuvo vigente hasta 1978, año en que Pekín estableció relaciones diplomáticas con Washington. Los acuerdos con los americanos hicieron que Hoxha llevara al país a un aislamiento casi absoluto que poco a poco fue desapareciendo después de su muerte. Ramiz Alia, su sucesor en el cargo, juró ante su tumba en los funerales de Estado que se celebraron en Tirana para honrar al dictador que Albania sería "siempre roja" pero iría concediendo paulatinas aperturas hasta estallar en el 92 una revolución que acabaría con el régimen.



Los más de 600.000 búnkeres que pueblan el país son el reflejo de la locura de un ser como Hoxha, que tras  la invasión soviética de Checoslovaquia en 1968 creyó necesario diseñar un sistema defensivo capaz de frenar a posibles agresores externos. Las historias y las leyendas que circulan en Albania sobre el boom inmobiliario "bunkeriano" no se pueden contar con los dedos de la manos. La más extendida apunta a que Hoxha mandó a un ingeniero construir un prototipo de estos búnkeres. En su presentación le preguntó si estaba seguro de que aguantaría el ataque de un tanque, a lo que el ingeniero afirmó que sí. De inmediato Hoxha pidió al constructor que permaneciera dentro del búnker mientras un carro de combate realizaba cargas contra él. El ingeniero, aunque aturdido, consiguió sobrevivir y Hoxha dio comienzo a sus planes megalómanos. Los funcionarios del gobierno comenzaron a extender su red de búnkeres por todo el país, ora en lo alto de un monte, ora en una vaguada; ora en medio del huerto de una familia, ora en frente de una casa. Nada importaba, estaba en juego la seguridad nacional. Hoy la mayoría de esos búnkeres están abandonados pero existen algunos que han sido reconvertidos en garajes para los Mercedes como el de Altin. Otros muchos han servido a los albaneses para perder su virginidad no sé si de la forma más segura.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Textos que me gustan 3: Arcipreste de Hita

En el siglo XIV, el Arcipreste de Hita, escribió El libro de Buen Amor, en él encontramos este fragmento dedicado al poder del dinero. En un momento en el que la economía basada en el intercambio de dinero estaba al alza, el autor reflexiona con ironía y humor acerca del tema:

Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amar;
al torpe hace discreto, hombre de respetar,
hace correr al cojo, al mudo le hace hablar;
el que no tiene manos bien lo quiere tomar.

Aun el hombre necio y rudo labrador
dineros le convierten en hidalgo doctor;
cuanto más rico es uno, más grande es su valor,
quien no tiene dineros no es de sí señor.

Si tuvieres dinero tendrás consolación,
placeres y alegrías y del Papa ración,
ganarás Paraíso, ganarás salvación:
donde hay mucho dinero hay mucha bendición.

Yo vi en corte de Roma, do está la Santidad,
que todos al dinero tratan con humildad,
con grandes reverencias, con gran solemnidad;
todos a él se humillan como a la Majestad.

Creaba los priores, los obispos, abades,
arzobispos, doctores, patriarcas, potestades;
a los clérigos necios dábales dignidades,
de verdad hace mentiras; de mentiras, verdades.

Hacía muchos clérigos y muchos ordenados,
muchos monjes y monjas, religiosos sagrados,
el dinero les daba por bien examinados:
a los pobres decían que no eran ilustrados.

Ganaba los juicios, daba mala sentencia,
es del mal abogado segura mantenencia,
con tener malos pleitos y hacer mala avenencia:
al fin, con los dineros se borra penitencia.

El dinero quebranta las prisiones dañosas,
rompe cepos y grillos, cadenas peligrosas;
al que no da dinero le ponen las esposas.
¡Hace por todo el mundo cosas maravillosas!

He visto maravillas donde mucho se usaba:
al condenado a muerte la vida le otorgaba,
a otros inocentes, muy luego los mataba;
muchas almas perdía, muchas almas salvaba.

Hace perder al pobre su cabaña y su viña,
sus muebles y raíces, todo lo desaliña;
por todo el mundo anda su sarna. y su tiña;
donde el dinero juega allí el ojo guiña.

El hace caballeros de necios aldeanos,
condes y ricos hombres de unos cuantos villanos,
con el dinero andan los hombres muy lozanos,
cuantos hay en el mundo le besan hoy las manos.

Vi que tiene el dinero las mayores moradas,
altas y muy costosas, hermosas y pintadas;
castillos, heredades y villas torreadas
al dinero servían, por él eran compradas.

Comía los manjares de diversas naturas,
vestía nobles paños, doradas vestiduras,
muchas joyas preciosas, bagatelas y holguras,
ornamentos extraños, nobles cabalgaduras.

Yo he visto a muchos monjes en sus predicaciones
denostar al dinero y a las sus tentaciones,
pero, al fin, por dinero otorgan los perdones,
absuelven los ayunos y ofrecen oraciones.

Aunque siempre lo insultan los monjes por las plazas,
guárdanlo en el convento, en vasijas y en tazas,
tapan con el dinero agujeros, hilazas;
más escondrijos tienen que tordos y picazas.

Dicen frailes y clérigos que aman a Dios servir,
mas si huelen que el rico está para morir
y oyen que su dinero empieza a retiñir,
por quién ha de cogerlo empiezan a reñir.

Clérigos, monjes, frailes no toman los dineros,
pero guiñan el ojo hacia los herederos
y aceptan donativos sus hombres despenseros;
mas si se dicen pobres, ¿para qué tesoreros?

Allí están esperando el más rico madero;
al que aún vive recitan responsos, ¡mal agüero!
Cual los cuervos al asno le desuellan el cuero:
-Cras, cras, le llevaremos, que ya es nuestro por fuero!

Toda mujer del mundo, aunque dama de alteza,
págase del dinero y de mucha riqueza,
nunca he visto una hermosa que quisiera pobreza:
donde hay mucho dinero allí está la nobleza.

El dinero es alcalde y juez muy alabado,
es muy buen consejero y sutil abogado,
alguacil y merino, enérgico, esforzado;
de todos los oficios es gran apoderado.

En resumen lo digo, entiéndelo mejor:
el dinero es del mundo el gran agitador,
hace señor al siervo y siervo hace al señor;
toda cosa del siglo se hace por su amor.

Por dineros se muda el mundo y su manera
toda mujer cuando algo desea es zalamera,
por joyas y dineros andará a la carrera;
el dar quebranta peñas, hiende dura madera.

Deshace fuerte muro y derriba gran torre,
los cuidados y apuros el dinero socorre,
hace que del esclavo la esclavitud se borre;
de aquel que nada tiene, el caballo no corre.
 


miércoles, 4 de mayo de 2011

Mujeres pintoras

Tradicionalmente se nos ha hecho llegar la idea de que, a lo largo de la historia, la mujer ha estado relegada al ámbito doméstico y que su participación en el campo laboral, científico o artístico ha sido insignificante. Sin embargo, las investigaciones que se están llevando a cabo en las últimas décadas muestran una realidad que matiza mucho esa afirmación.
Es indudable que la mujer ha estado relegada a un segundo plano y que son pocas las artistas, científicas, escritoras o profesionales de otros gremios que han pasado a la posteridad. La cuestión es que el que no sean conocidas no significa que no existieran. Ya durante la Edad Media está perfectamente documentado que las mujeres trabajaban en los talleres familiares gremiales, pero muy raramente firmaban las obras, los productos o aparecían en los libros de contabilidad. Las niñas frecuentaban los talleres, aprendían el oficio y seguían colaborando en el negocio familiar durante toda la vida, a pesar de no ser visibles en la documentación. Muchas veces fue al quedar viudas y ponerse al frente del negocio cuando empieza a nombrárselas. Ya vimos AQUÍ cómo algunos oficios relacionados con la medicina, como las parteras o comadronas, estaban monopolizados por mujeres.
Con todo lo anterior quiero introducir el tema de hoy: las mujeres pintoras. Durante el renacimiento, que es en la época en la que vivieron las protagonistas, los pintores trabajaban en talleres, donde solía haber varios aprendices que ayudaban al artista. Entre esos aprendices se contaban también sus hijas. o niñas con talento.
Estas son las historias de dos de ellas.

Artemisia Gentileschi, Autorretrato
Artemisia Gentileschi, nació en Roma en 1593 y era hija de Orazio Gentileschi, un afamado pintor. Como era habitual, la niña acudía al taller de su padre y éste le enseñó y animó a pintar, viendo las cualidades que tenía su hija. Como por se mujer no podía entrar en la Academia, le buscó un maestro, colaborador suyo: Agostino Tassi. Poco después, en 1612 un episodio marcó su vida para siempre: Tassi la violó. En un principio parece ser que prometió casarse con ella, pero posteriormente renegó de su promesa por lo que Orazio, decidió denunciarlo. Durante la instrucción del caso Artemisia fue sometida a un examen exhaustivo y sometida a tortura para comprobar que decía la verdad. No me resisto a escribir una parte de su declaración:

 Cerró la habitación con llave y una vez cerrada me lanzó sobre un lado de la cama dándome con una mano en el pecho, me metió una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos, y alzándome las ropas, que le costó mucho hacerlo, me metió una mano con un pañuelo en la garganta y boca para que no pudiera gritar y habiendo hecho esto metió las dos rodillas entre mis piernas y apuntando con su miembro a mi naturaleza comenzó a empujar y lo metió dentro. Y le arañé la cara y le tiré de los pelos y antes de que pusiera dentro de mi el miembro, se lo agarré y le arranqué un trozo de carne.

Tassi fue finalmente condenado a un año de cárcel, pero Artemisia nunca superó completamente aquel episodio, y su dolor se puede ver en sus obras.
Vean la diferencia entre el cuadro pintado por Artemisia y el pintado por Caravaggio sobre el mismo tema: Judith matando a Holofernes.

Cuadro de Artemisia



Cuadro de Caravaggio

Un mes después del juicio se casó, un matrimonio arreglado con otro pintor, lo que le restituyó la "honorabilidad", necesaria en aquel tiempo para poder seguir desempeñando su trabajo y continuó pintando con éxito. Vivió en Florencia, en Venecia, Roma, trabajó durante un tiempo en la corte de Carlos I de Inglaterra junto a su padre hasta que éste murió y posteriormente volvió a Italia, a Nápoles donde poco se sabe ya de sus últimos años, excepto que murió alrededor de 1654.

Más amable fue la vida de otra gran pintora del Renacimiento:

Sofonisba Anguissola, Autorretrato
Sofonisba Anguissola. Nació en Cremona hacia 1532. Era miembro de una familia de la baja nobleza y su padre se interesó en que  sus hijas recibiera una buena educación y cultivaran sus talentos artísticos, de hecho otras cuatro hermanas también fueron pintoras, pero ninguna alcanzó la fama de Sofonisba. a los 22 años se trasladó a Roma y tuvo la oportunidad de conocer y recibir consejos de Miguel Ángel. A pesar de no poder acceder a una formación artística completa por ser mujer, no podía por ejemplo estudiar cuerpos desnudos del natural, se hizo con una considerable fama. En 1558 viajó a Milán para retratar al Duque de Alba que posteriormente la recomendó a Felipe II. En Madrid se convirtió en pintora de la corte además de dama de compañía de la reina Isabel de Valois. En 1570 tras contraer matrimonio volvió a Italia, habiendo recibido de Felipe II una generosa pensión como dote.

Retrato de Felipe II por Sofonisba, tradicionalmente atribuido a Sánchez Coello
Tras quedarse viuda en 1579 y durante un viaje a Cremona conoció a Orazio Lomellino, capitán del barco en el que viajaba y considerablemente más joven que ella. Se casó con él y se instaló en Génova donde gracias a la fortuna de Orazio y a la pensión que le había otorgado Felipe II pudo vivir cómodamente, seguir pintando y gozar de su popularidad. Murió en 1625 a los 93 años de edad.
Podríamos hablar también de Lavinia Fontana, Fede Galizia y otras mujeres que aunque no muy conocidas por el público actual vivieron de su trabajo y fueron reconocidas artistas en su época. Fue el paso del tiempo y los cronistas e historiadores posteriores los que poco a poco las fueron relegando al anonimato.

martes, 26 de abril de 2011

Hamilton Naki o el jardinero fiel

Hoy les traigo una historia ocurrida no hace tantos años pero poco conocida en la actualidad. Una historia que plantea algunos interrogantes y varias cuestiones sobre las que reflexionar.

Esta noticia apareció en El País, el 11 de junio de 2005:

En diciembre de 1967, el doctor Christian Barnard anunció al mundo una asombrosa noticia: el primer trasplante de corazón entre humanos realizado con éxito. Había sido realizado en el hospital Groote Schuur, de Ciudad del Cabo. En la Suráfrica del racismo de estado, nadie supo entonces que buena parte de la operación la había realizado un hombre de raza negra, Hamilton Naki. "Si hubieran publicado mi fotografía habría ido a la cárcel. Así eran las cosas en aquel entonces", recordaba Naki en este periódico el 26 de abril de 2003. Naki falleció el pasado 29 de mayo a la edad de 78 años.
Oficialmente fue, durante casi cuarenta años, un auxiliar del hospital. Hamilton Naki nunca terminó la escuela primaria. Entró en la institución como jardinero, aunque pronto se dedicó a limpiar las jaulas de los animales con los que el equipo del prestigioso cirujano Barnard experimentaba en el campo de los trasplantes.
Poco a poco, las habilidades de Naki llevaron a los médicos a pedirle que manejara a los animales durante las operaciones; luego, que se hiciera cargo de la anestesia, y finalmente, que los operara con sus propias manos. A partir de la mera observación, según explicaba él mismo, Naki se convirtió en un experto cirujano de manos precisas y firmes, aunque sólo conocido para los que compartían quirófano con él. De cara a la ley, era el jardinero.
La noche del 3 de diciembre de 1967 fueron las manos de Naki las que extrajeron el corazón de una mujer, atropellada por un coche, para que fuera trasplantado a un hombre blanco, la primera persona que recibía un corazón ajeno. No fue hasta 2001, poco antes de morir y una década después del fin del apartheid, cuando Barnard le confesó la historia a un realizador interesado en hacer un documental sobre el tema. "Técnicamente, él es mejor que yo", le dijo.
Naki siguió trabajando hasta 1991. Tras conocerse la historia le llegaron los reconocimientos, además de un graduado honorífico en Medicina por la Universidad de Ciudad del Cabo. Naki se jubiló con una pensión de 226 euros al mes. La que le correspondía como jardinero.

Si buscan Hamilton Naki en internet, aparecen varios artículos que cuentan poco más o menos lo que recogió El País, pero también citan que existe, aún hoy, cierta controversia acerca de la veracidad del relato. No tanto en la valía de Naki, sino en su contribución real al trasplante, ya que no hay pruebas de ello. La confesión de Barnard antes de morir, lo oportuno, en la Sudáfrica post apartheid, de una figura como Naki... contribuyen a acrecentar la leyenda.
La cuestión es que si nadie hubiera dicho nada, la historia hubiera engullido al jardinero y nunca se hubiera sabido de él, lo que hace reflexionar sobre la cantidad de personajes que han quedado en el anonimato a lo largo de la historia, o lo que es peor, de cuyas vidas conocemos una versión, que en ocasiones está alejada de la realidad.
¿Qué piensan ustedes?

martes, 19 de abril de 2011

Día del Libro

Se acerca el día del libro y hoy comiendo con unos amigos, uno de ellos nos ha pedido sugerencias para un libro que tiene regalar. Así que, he pensado que podía ser buena idea dar una serie de títulos de novelas históricas o que abordan temas del pasado que pudieran inspirarles.


Como todas las listas, esta es perfectamente cuestionable y, seguramente, si la hiciéramos dentro de dos días cambiaría, pero, en estos momentos los diez libros que, no por orden de preferencia, recomendamos desde En la Historioteca son:

1.- Bomarzo, Manuel Mújica Láinez: novela sobre el duque Pier Francesco Orsini, ambientada en el siglo XVI. Muy entretenida y que refleja bien la época.

2.- Los Pilares de la Tierra, Ken Follet, conocidísima novela, pero que no me resisto a mencionar, porque ha ayudado a muchos lectores a interesarse por la Edad Media.

3.- Opus Nigrum, Marguerite Yourcenar, narra las vivencias de Zenon un médico, sabio enfrentado al cambio de lo tiempos de la Edad Media a la Modernidad.

4.- Memorias de Adriano, también de Marguerite Yourcenar, recrea la vida del emperador romano y la vida en la Roma del inicio de la decadencia.

5.- Q, Luther Blisset, que es un colectivo que escribe bajo este seudónimo. Aborda la época del inicio de la Reforma, las luchas de religión en el siglo XVI, y, aunque empieza muy lenta y con algún pasaje sobre teología que se puede hacer árido, hay que darle una oportunidad. Acaba enganchando.

6.-El hereje, Miguel Delibes, qué decir de este libro, uno de nuest5ros favoritos, porque además de describir muy bien la Monarquía Hispánica del XVI es un retrato de la condición humana intemporal.

7.- El muchacho persa, Mary Renault, cuenta la historia de Bagoas, un joven de familia noble persa, hecho prisionero y que llega a ser amante de Alejandro.

8.- Los hijos de la tierra, Jean Auel, también famosísima saga compuesta por seis libros que transcurre en el Paleolítico, en el momento en que en Europa conviven Cromagnones y Neanderthales.

9.-Verdes valles, colinas rojas, Ramiro Pinilla (2.000 páginas en tres volúmenes) sobre el País Vasco, el impacto de la industrialización en un territorio más o menos virgen y la aparición del nacionalismo y el socialismo, cada uno en una orilla de la ría de Bilbao.

10.-El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad, sobre las maneras brutales del colonialismo en la África del XIX. Un libro entre filosófico y autobiográfico que inspiró a Coppola para Apocalypse Now. En ambos un hombre remonta un río en busca de un ser desconocido... ya se sabe, búsqueda interior y todo lo demás.

Y ustedes, ¿Qué libros recomiendan?